sábado, 26 de julio de 2014

CONFIRMACIÓN



                LA CONFIRMACIÓN


Con el sacramento de la confirmación la persona confirma su fe católica y recibe el Espíritu Santo. La confirmación convierte a la persona en “un soldado de cristo” que tiene como mandato serle leal, defenderlo y “extender su reino de amor entre todos”. Durante la confirmación se recibe el santo crisma, un aceite especial bendecido durante la misa que se celebra el jueves santo, cuando el sacerdote traza una cruz en la frente de las personas. Durante la confirmación cada persona también escoge un padrino o madrina que le sirva como guía espiritual en sus vidas.

                                        
 «Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habín sidobautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo» (Hch 8,14-17).
                                       

 La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.


  La Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano un signo espiritual o carácter indeleble; por eso este sacramento sólo se puede recibir una vez en la vida.

 En Oriente, este sacramento es administrado inmediatamente después del Bautismo y es seguido de la participación en la Eucaristía, tradición que pone de relieve la unidad de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. En la Iglesia latina se administra este sacramento cuando se ha alcanzado el uso de razón, y su celebración se reserva ordinariamente al obispo, significando así que este sacramento robustece el vínculo eclesial.

 El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales.
 El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del bautizado (y en Oriente, también en los otros órganos de los sentidos), con la imposición de la mano del ministro y las palabras: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo».
                           En la confirmación recibimos los siete dones del Espíritu Santo.
        
                                     




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